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Cuando la ficción cobra vida: viajes literarios con Atlántida Travel

por revistainfhos
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La agencia de viajes de lujo presenta una propuesta de itinerarios inspirados en grandes obras de la literatura, una tendencia en auge entre los viajeros culturales

Ayer 23 de abril, día de Sant Jordi y Día del Libro, es la fecha del año marcada a fuego en el almanaque de los amantes de la literatura. A raíz de estas celebraciones, Atlántida Travel, líder en la organización de viajes personalizados en España, propone una selección de experiencias literarias en las que los viajeros más lectores pueden convertirse en protagonistas de su propia aventura.

“A pesar de la saturación de estímulos digitales y la proliferación de las pantallas, la literatura sigue manteniendo su poder único para inspirar y conectar a las personas. En ese contexto, los viajes literarios no sólo permiten descubrir escenarios icónicos de novelas clásicas, sino también revivir las emociones que despiertan las grandes historias”, afirma Francesc Escánez, CEO de Atlántida Travel.

Un recorrido por el corazón literario de Europa
Destino turístico por excelencia, Londres ha sido hogar de algunos de los mayores escritores en lengua inglesa, así como escenario privilegiado de algunas de las páginas más brillantes de la literatura universal, desde la gran mayoría de las novelas escritas por Charles Dickens, indiscutible ícono de la literatura victoriana, hasta las aventuras de los dos detectives más célebres de la literatura, Sherlock Holmes, el excéntrico genio ideado por Arthur Conan Doyle, y Hércules Poirot, el refinado y cerebral detective belga radicado en Londres y nacido de la pluma de Agatha Christie. La ciudad ofrece al viajero interesado por la literatura múltiples posibilidades, como la visita al barrio del Museo Británico, Bloomsbury, que durante las primeras décadas del siglo pasado se convirtió en el epicentro de las actividades del Grupo de Bloomsbury, el círculo de escritores e intelectuales que conmovió la escena cultural inglesa y del que Virginia Woolf ejerció como figura rectora. Otras atracciones literarias destacables son la estatua que homenajea a Peter Pan, el inmortal personaje creado por el escritor escocés J. M. Barrie, emplazada en los Jardines de Kensington; y una serie de museos temáticos imprescindibles como la Casa Museo de Charles Dickens, el Sherlock Holmes Museum, localizado en la dirección que albergaba en la ficción la casa del detective (221b Baker Street) o la Keats House, que acoge un museo dedicado al poeta romántico John Keats.

También en Reino Unido, los seguidores de Jane Austen encontrarán en Bath el escenario perfecto para revivir las historias de La Abadía de Northanger o Persuasión. Esta elegante ciudad inglesa, con su arquitectura georgiana y sus baños romanos, transporta a otra época y ofrece un festival anual dedicado a la aclamada autora.

Ubicada en la otra gran isla británica, Dublín merece sin duda un sitio de privilegio dentro de la cartografía literaria europea, gracias a la contribución de James Joyce y su obra maestra, Ulises. La novela, hito de la vanguardia literaria y auténtica catedral de la literatura del siglo pasado, relata las peripecias de su protagonista, Leopold Bloom, mientras vagabundea por Dublín durante un único día de 1904, el 16 de junio. Con el paso del tiempo, este día se ha convertido en una efeméride imprescindible para los admiradores de la novela, muchos de los cuales peregrinan anualmente a Dublín para participar del Bloomsday, una celebración que homenajea la obra y en la que los visitantes reproducen las aventuras por la capital irlandesa del protagonista de la novela.

París supone también una escala ineludible para el turista letraherido. El viajero que recorre sus calles habita los mismos escenarios que atestiguan las andanzas de Jean Valjean en Los miserables, de Victor Hugo, o que configuran el telón de fondo de la mayor parte de las novelas del monumental proyecto literario de Honoré de Balzac, La comedia humana. Una visita a la Maison de Balzac no defraudará al turista cultural: residencia estable del escritor entre 1840 y 1847 y localizada en un enclave privilegiado de la capital francesa desde cuyos jardines se obtiene una estupenda perspectiva de la Torre Eiffel, la casa museo permite una estupenda aproximación a la inigualable obra de Balzac. Otra escala ineludible es sin dudas la librería Shakespeare & Company, probablemente una de las más famosas del mundo. Especializada en literatura anglosajona y fundada en 1919 por Sylvia Beach, durante la década de 1920 se convirtió en punto de encuentro para muchos de los escritores de entreguerras de la llamada Generación Perdida, que hicieron de París su base de operaciones, entre ellos, Francis Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway, que cristalizó la experiencia de aquellos años en su célebre volumen de memorias París era una fiesta.

Para los amantes de la literatura gótica, Rumanía brinda la oportunidad de ir tras los pasos del legendario Conde Drácula en una ruta donde realidad y ficción se entremezclan. Para adentrarse en el pasado de Vlad Tepes, el personaje histórico en el que se basó Bram Stoker, conviene comenzar en Bucarest. El Museo Nacional de Historia expone su retrato —sereno pero inquietante— a fin de ponerle rostro al infame empalador. Desde allí, en dirección a los Cárpatos, se alza el Castillo de Bran. Aunque Vlad nunca vivió en él, encaja perfectamente con la descripción de la morada del vampiro más famoso de la literatura. Sin embargo, una de sus residencias habituales fue el Castillo de Poienari, con vistas espectaculares a la serpenteante carretera Transfagarasan. Como colofón, merece una visita Sighisoara, la ciudadela medieval declarada Patrimonio de la Humanidad, donde nació el verdadero Drácula.

Hace ya bastantes años que está de moda la novela negra escandinava, que se ha convertido en todo un subgénero de la novela policíaca. Estocolmo es el destino ideal para seguir la pista de Millennium, la saga de Stieg Larsson. Sus calles esconden rincones donde Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist vivieron sus intrigas, y la ciudad ofrece rutas temáticas para los fanáticos del género negro. Pero también la región meridional de Escania (por los escenarios de Kurt Wallander, el inspector creado por Henning Mankell) o la isla de Gotland (por el detective Knutas, de Mari Jungstedt).

Rutas literarias del otro lado del Atlántico
No cabe duda de que Nueva York es uno de los faros culturales de América. Históricamente, la ciudad ha ejercido un abrumador magnetismo para sucesivas generaciones de escritores, que encontraron en ella fuente inagotable de inspiración. Desde Fitzgerald, que escribió El Gran Gatsby para radiografiar la alta sociedad neoyorquina de los años 20 del siglo pasado, hasta Truman Capote, que con Desayuno en Tiffany’s consiguió dar forma a un auténtico mito de la cultura contemporánea, en especial luego de que la legendaria Audrey Hepburn protagonizara su adaptación cinematográfica. Las huellas literarias se esparcen por cada uno de los distritos de la Gran Manzana. En el Central Park, por ejemplo, el lector viajero no puede evitar preguntarse en invierno por el destino de los patos que habitan su enorme lago, obsesión recurrente de Holden Caulfield, el atribulado protagonista adolescente de El guardián entre el centeno, de J.D. Salliner. Y Brooklyn se ha convertido en destino habitual para los entusiastas seguidores de la obra de Paul Auster, el escritor que convirtió al distrito del puente más famoso de la ciudad en el centro de su universo literario, gracias a volúmenes como la Trilogía de Brooklyn o Brooklyn Follies.

El realismo mágico de Gabriel García Márquez cobra vida en la colombiana Cartagena de Indias, cuya Ciudad Amurallada, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, constituye una de las expresiones mejor conservadas de la arquitectura colonial americana. En su casco histórico, las calles empedradas y los balcones floridos recuerdan a los escenarios de El amor en los tiempos del Cólera. A pocos kilómetros, en Aracataca, la ciudad natal del escritor, los visitantes pueden recorrer la “Ruta de Macondo” y sumergirse en el universo de Cien Años de Soledad, la obra que le convirtió en celebridad mundial y que supuso un espaldarazo decisivo para la temprana concesión del Premio Nobel, en 1982.

En el extremo sur del continente se localiza otro destino imprescindible, Buenos Aires. Considerada la capital literaria de América Latina, la ciudad en la que se alumbraron las obras de dos de los máximos exponentes de la literatura en español del siglo XX, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar, cuenta con una red librerías emblemáticas, entre las que destacan El Ateneo Grand Splendid (una de las más bellas del mundo, ubicada en un antiguo teatro) y la serie de librerías de viejo de la calle Corrientes, auténtica perdición para bibliófilos de todas las latitudes. Hacia el norte de la ciudad, la tradicional ruta a pie por el elegante y señorial barrio de la Recoleta invita al viajero a visitar el icónico edificio de la Biblioteca Nacional, de la que Borges fue director durante casi 20 años, entre 1955 y 1973, y junto a la cual se emplaza el Museo del Libro y de la Lengua, inaugurado en 2011. En el mismo distrito se sitúa el histórico café La Biela, otra visita obligada de una hipotética ruta borgeana, ya que una de sus mesas alberga las estatuas de Borges y Adolfo Bioy Casares, escena que inmortaliza la amistad literaria más célebre y fecunda de la literatura argentina. Para culminar la tarea, acaso no sean pocos los viajeros que decidan aventurarse hacia los barrios del sur, en dirección a la Avenida Garay, en la que, según el relato más leído y comentado de Borges, se encuentra la casa en cuyo sótano se ubica el aleph, el punto del espacio que contiene todos los puntos del universo.

Para más información https://atlantidaviatges.com/

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