Los viajes despiertan un torrente de emociones: la alegría al empezar a planificar una escapada; la tristeza cuando se termina y toca volver a la realidad; la envidia cuando alguien publica fotos en redes sociales de algún destino soñado; el miedo por perder la maleta o sufrir demoras en el vuelo; la ira cuando el pasajero delantero reclina su asiento… Kiwi.com es consciente de todo lo que se les puede pasar por la cabeza a las personas cuando viajan, especialmente cuando todo sale “del revés”. La empresa líder en tecnología de viajes toma el mando para resolver cualquier imprevisto y minimizar el estrés a fin de que el viaje tenga un final de película. Por ello, invita a hacer un recorrido por destinos llenos de color que recuerdan a los protagonistas de la que, recientemente, se ha convertido en el tercer film de animación más taquillera de la historia.
Alegría: para muchos, la receta de la felicidad no está en casarse o tener hijos, sino en recorrer el mundo. De hecho, esta emoción se experimenta durante todo el proceso del viaje: antes, al reservar vuelos más baratos gracias al buscador de Kiwi.com; durante, cuando consigues mesa en el restaurante más codiciado de la ciudad; y después, cuando recuerdas todas las experiencias vividas.
Otro secreto a voces es que el color amarillo y la alegría van de la mano, ya que se asocia con el efecto positivo que aporta la luz solar en el estado anímico de la persona. Precisamente Izamal, en la península de Yucatán, está considerada “la ciudad amarilla” debido a la monocromía de sus calles y monumentos, siendo el antiguo convento de San Antonio de Padua, la pirámide maya de Kinich Kakmó —la tercera más alta de México, superando incluso a la de Chichén Itzá— o la pirámide de Itzamatul (otro de los tesoros mayas que esconde), algunos de los imprescindibles.
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Tristeza: el sentimiento de tristeza es ese incómodo compañero de viaje que entra en acción cuando nadie lo ha llamado. Por ejemplo, mientras haces la maleta para volver a casa, cuando descubres que el pronóstico del tiempo no se equivocaba o al echar de menos las deliciosas croquetas de tu abuela.
Sin embargo, el azul no siempre es un color triste. Y si no que se lo digan a la inconfundible ciudad de Chefchaouen, en Marruecos. Según los expertos, la presencia del color azul se remonta a finales de los años 30, cuando los judíos refugiados tiñieron sus casas de este tono para simbolizar el color del cielo y, por ende, sentirse más cerca de Dios. Sea como fuere, lo cierto es que la ciudad azul de Marruecos ha conseguido captar la atención de los viajeros gracias a su rico patrimonio cultural y sus muchos atractivos, entre los cuales destacan la Medina, la plaza Uta El-Hammam o los lavaderos de Ras El-Maa. ¡De Marruecos al cielo!
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Ira: cuando uno se va de vacaciones, lo último que quiere hacer es enfadarse. Sin embargo, hay situaciones que ponen a prueba la paciencia —ya sea por el bebé de sanos pulmones que está inquieto durante el vuelo, el pasajero que se entretiene dando pataditas en el respaldo del asiento o cuando toca esperar al tardón de turno— y hay que contar hasta diez para no echar humo y saltar, sin paracaídas, del avión.
Esta sensación, representada con el color rojo, quedará en el pasado una vez el viajero se plante en el desierto de Wadi Rum, en Jordania, considerado el más bello del planeta. El “Valle de la Luna” hace honor a su nombre, ya que el paisaje, declarado Patrimonio de la Humanidad, parece de otro mundo. De hecho, ha servido como escenario de numerosas películas, entre ellas, Star Wars, Marte o Dune. Aunque, como de costumbre, la realidad supera la ficción.
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Miedo: dicen que no hay yin sin yang, igual que no hay felicidad sin miedo. ¿Quién no ha tenido miedo alguna vez cuando han pesado la maleta en el mostrador de facturación, pensando que tendría que pagar por exceso de peso? O cuando empiezan las turbulencias… Siendo sinceros, solo un puñado de valientes consiguen no inquietarse con ellas.
El miedo se expresa con el color lila, un sentimiento que, casi con certeza, el viajero no experimentará en Banwol, Corea del Sur, aunque sí le acompañará una sensación de asombro durante su visita. Y es que esta isla luce toda ella de color violeta, desde sus puentes, edificios y bicicletas hasta la vegetación de sus calles, con lavanda; y, a veces, incluso la indumentaria de sus habitantes va a juego con la temática del destino. Gracias a esta singular transformación, que empezó en 2015, se ha convertido en un reclamo turístico para los amantes de la fotografía y de las redes sociales.
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Ansiedad: a pesar de que las vacaciones son para desconectar y disfrutar, la ansiedad puede jugar malas pasadas en más de una ocasión durante el viaje. Para algunos, este sentimiento se refleja en el momento en el que despega el avión: “¿Habré cerrado la puerta de casa con llave?”, “¿el ala del avión está haciendo movimientos extraños?”. Para otros, se manifiesta en otras situaciones, como cuando se junta demasiada gente en un lugar turístico o cuando descubre que el mirador al que ha subido tiene suelo transparente.
En la gran pantalla, la ansiedad se asocia con el naranja, un color que se puede encontrar en todo su esplendor en el Salar de Uyuni, en Bolivia, cuando cae la noche y, debido al efecto espejo, cielo y tierra se tiñen de un naranja intenso. El mayor desierto salado del mundo, con una extensión de más de 10.000 kilómetros cuadrados y situado a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, es una de las maravillas naturales del mundo que hay que ver, por lo menos, una vez en la vida.
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Vergüenza: esta emoción aparece cuando uno menos lo espera. Cuando sin querer te duermes sobre el hombro de un desconocido en el avión, cuando pierdes la llave de tu habitación y tienes que bajar a recepción a pedir una nueva o incluso cuando llegas tarde para el embarque y tienen que llamarte por megafonía.
Los colores suben también en el lago Hillier, ubicado en la deshabitada isla Middle de Australia Occidental. No sólo atrae por su incomparable belleza, sino también por el aura enigmática que lo envuelve. Aunque hay varias teorías al respecto, el motivo de su intenso y permanente color rosa sigue siendo un misterio a día de hoy. La única forma de llegar a este remoto rincón es en helicóptero, pero las idílicas vistas aéreas compensan con creces el esfuerzo.
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Asco: como una respuesta natural para proteger a las personas de elementos que pueden considerarse peligrosos, el asco se manifiesta a través de situaciones muy variopintas: por ejemplo, puede ocurrir debido al rechazo que nos producen ciertos alimentos (¿quién ha probado grillos en Tailandia?); con olores, como el del bocadillo de chorizo con el que se presenta tu vecino en el avión; o con el tacto, como cuando te roza un alga en la playa y la confundes, por unos segundos, con un ataque inminente de tiburón.
El verde encarna esta emoción, y en Kalambaka, Grecia, lo único que tal vez podría remover el estómago al viajero con vértigo son las impresionantes vistas de las cumbres sobre las que se alzan los monasterios de Meteora, al abrigo de una naturaleza exuberante y aclaparadora. Si bien originalmente había 24 de estas construcciones, declaradas Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, a día de hoy solo pueden visitarse seis. La zona, impregnada de misticismo, es ideal para los amantes del senderismo y de la historia a la par. Los viajeros pueden volar a Atenas desde España a partir de 93 euros ida y vuelta con Kiwi.com.
